Por: Luis Miguel Alarcón
luis.alarcon.2013@upb.edu.co
@Luigi_OFC
El discurso político en nuestros días maneja un poder muy fuerte en la palabra y en la opinión de las masas, aunque cada persona tiene su percepción de una situación cada quien es libre de tomar medidas que surja un efecto en la sociedad o en la vida de un ser humano. En el mundo el discurso político es habitual para cambiar el destino de una nación para bien o para mal, todo depende de quién este en frente departiendo una ideología.
En Colombia esto no es nuevo, desde Simón Bolívar, pasando por Francisco de Paula Santander, José María Córdoba, Rafael Núñez, Laureano Gómez, Jorge Eliecer Gaitán, Luis Carlos Galán, hasta nuestros días con Álvaro Uribe Vélez como ejemplo para resaltar el nuevo siglo, este ultimo si que sabe manejar un buen discurso, tanto así que dividió el país en dos bandos.
Colombia que ha sufrido y sufre daños por la guerra hace de esta un discurso político encabezado por dos actores, por un lado del ring el presidente Juan Manuel Santos y por el otro el ex presidente ya mencionado Álvaro Uribe. Los dos personajes políticos hacen de esta lucha una división en la patria, como si de esta nos beneficiáramos.
Nos encontramos en una etapa crucial en la historia de la nación ya que se podría firmar un acuerdo en el cual una de las guerrillas más fuertes en el mundo se podrían desmovilizar, siguiendo y cumpliendo unos acuerdos establecidos; para que esto suceda se creo un plebiscito en el cual se le preguntara a los Colombianos si están a favor o en contra con lo pactado en los acuerdos de paz.
El ‘SI’ lo lidera el presidente Juan Manuel Santos y el ‘NO’ es liderado por el máximo opositor Álvaro Uribe Vélez en este ultimo me quiero enfocar para decir que su discurso es uno de los más fuertes que tiene Colombia, para bien o para mal, uno de los mas poderosos.
Uribe realiza una gira en el país promoviendo el ‘NO’ con argumentos que a simple vista para algunos espectadores son sólidos y bien fundamentados pero detrás de los argumentos se esconden palabras que solo conocedores del derecho político pueden conocer su significado, a la gente del común le resulta confusa y tienden a tomar posturas equivocas.
El poder de la palabra en un discurso político se evidencia a través de acontecimientos vividos, en la literatura y de la formación personal en la familia. Esos factores hacen que un discurso tenga peso y pueda cambiar la mente de una persona.
Uribe no es ajeno al discurso con argumentos, siempre está preparado para la confrontación y listo a responder todo tipo de preguntas, unas ciertas otras falsas, depende del receptor y de su capacidad para analizar una oratoria.
A veces su reacción a las preguntas no es la que se espera en un actor político, se altera y hasta rechaza con voz alta haciendo sentir su orgullo. De manera soez responde a cada una de las preguntas del público expresando sus inconformidades sobre cierto tema, en este caso la paz. Sus argumentos son los mismos, nunca cambia su discurso, se mantiene firme y suele manejar muy bien la respiración para soltar su réplica, sin duda es un buen orador, como aquel mago que esconde su conejo en su sombrero.
Me genera lástima que este personaje haya actuado mal en su gobierno y que a veces aluda a sus conceptos de paz para pedirle al pueblo que la paz no es una opción en nuestro país que SI la necesita. Son décadas de guerra que uno cree nunca podría acabar, ojala Uribe no tuviera tanto resentimiento para que su discurso fuera verdadero.